sábado, 26 de junio de 2010

Pizzeria.

Es increíble como conozco la vida de casi todas las personas que vienen a mi pizzeria. No porque sea muy observadora, las investigue, le pregunte a la vecina chusma del barrio o revise sus perfiles de facebook. Sino porque ellos mismos me lo cuentan.
Sé que "sustito", como apodan los chicos de "Pizza G" a la señora que vive en 54 entre 22 y 23, compra todos los viernes 3 empanadas de carne y una de pollo a las 20:45. Que a las 21:00 hs se las llevan en la moto a su casa. Que en ese mismo instante las come, y a las 21:15 se toma dos pastillas para dormir, una roja ovalada y la otra blanca. Que la cerradura del garage esta rota por lo que solo le da media vuelta a la llave. Que guarda sus ahorros detrás de un porta retrato de su difunta perra pequinés. Que su hijo de vez en cuando le roba un poco de ese dinero para ir a apostar al hipódromo. Que cuando dan las 22:00 hs esta tan pero tan profundamente dormida, que podría yo misma entrar a su casa, abriendo la puerta con una media llave y robar el LCD de 32 pulgadas que se acaba de comprar. Llevar el televisor a mi casa y jugar al winning eleven contra mi papá desde mi cama, mirar alguna película de Raya Martin con mi amigo Emmanuel o alguna de animación japonesa con alguna chica. Las pastillas tienen efecto de 8 horas, por lo "Sustito" recobraría el conocimiento a eso de las 6 de la mañana del día siguiente. Eso me daría el suficiente tiempo para volver a su casa a la madrugada, abrir la puerta nuevamente con una media llave, devolver el televisor a la cómoda del living a la que pertenece e irme. Ella nunca lo notaría. Inclusive, podría comer del tarro de mermelada de frutilla casera que le trae su hermana Susana domingo por medio. Una cucharada una vez a la semana pasaría desapercibida. No le gusta la frutilla. Trató de explicárselo a Suni, como la llama la familia, pero nunca la escucha. Tiene tantos tarritos que ya perdió la cuenta.
Ah, la llaman "Sustito" porque cuando dan las 20:00 hs se encierra en su casa y no sale hasta el otro día. De hecho, al chico de la moto lo atiende por la ventana. Tiene tanto miedo que prefiere encerrarse, se siente segura, diría que hasta imbatible entre esas paredes. Ésto nos lo contó ella misma, no es deducción mía... que paradoja. Yo entre a su casa, robe su LCD, lo devolví y ella nunca lo notó.

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